https://twitter.com/MusasyAmapolas

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8 de mayo de 2011

¿DÓNDE ESTÁN?

Dónde quedaron esas risas al llegar a casa de madrugada, dónde están las sobremesas cargadas de buen humor junto al humo transparente de cigarros creando una cálida atmósfera frente al televisor al que apenas escuchábamos pues, lo verdaderamente interesante era nuestra conversación, llena de miedos, de interrogantes, de secretos, de inquietudes, de confidencias quizá hoy olvidadas. Dónde se encuentran las horas eternas de estudio compartido, de repetir la lección en voz alta sin que nadie entienda lo que estás diciendo, con vocablos técnicos por los que alguna mente inquieta se preocupaba por conocer y tú explicabas orgulloso; las improvisadas exposiciones en el salón con tan solo un par de oyentes, aunque previamente ensayadas en tu habitación. En qué lugar se sitúan hoy aquellos desayunos veloces con más o menos ganas, tras la rutinaria llamada del despertador a las siete en punto, de lunes a jueves. Y dónde están los maravillosos viernes, día festivo que mantenía cada semana el mismo ritual de comentar la jugada de la noche anterior. Me gustaría saber dónde permanecen las reuniones con gente de aquí y de allá, en las que siempre aprendías algo nuevo o bien, conocías a alguien nuevo que en ocasiones se convirtió en un viejo amigo. Dónde están hoy aquellas bromas constantes, paseos, compras, conciertos, festivales a primero de mes y ferias a finales, aquellas tareas programadas que apenas se cumplían pero que hoy realizaría complacida, ¡OS ECHO DE MENOS!

BAJO EL SOL DE PRIMAVERA



7 de mayo de 2011

EL ADIÓS

La luz de la mañana cegaba mis ojos cansados, había sido una noche larga, muy larga, quizá demasiado, y tras sólo haber dormido unos minutos, la escasa luminosidad del amanecer se me asemejaba a grandes lanzas que se hundían en mi mirada.

Silencio. Silencio y más silencio. Un silencio ensordecedor después de una larga batalla ruidosa, estruendosa y amarga. Apenas la aguja minutera del reloj de pared había llegado a las doce, eran las siete de la mañana, de la mañana en la que el rumbo de mi vida daría un giro, que aunque no deseado, sí esperaba desde algún tiempo atrás.

Tras una ducha rápida me vestí para el duelo, para la despedida, para un adiós que espera temeroso un futuro reencuentro en algún lugar, en algún color, en alguna vida. Y de repente, allí estaba delante del momento más oscuro, más difícil, y para el cual nadie está preparado por mucho que lo intente.

SIMPLEMENTE NADA

¿Y así me lo agradeces? ¿Diciéndome que no hace falta que haga nada?...
Jamás pensé que la palabra “nada”, la misma que aparece en el conocido dicho “hay que dar sin esperar nada a cambio”, llevara consigo el reproche, la falta de consideración, el no ponerte en el lugar del otro, la ausencia de la empatía…

Siempre había soñado con un nada que implicase un mínimo de agradecimiento aunque no necesariamente explícito, sino más bien de un tipo sentimental, espiritual o mágico, ya sabes, eso que llaman “química”, pero no la de laboratorios, me refiero a la que se desprende de una simple mirada, de un gesto cómplice, de un saber escuchar y comprender, de un “quiero que estés bien” y de un saber qué hacer para que lo estés.

Pero en el mundo real todo esto es complicado, incluso con las personas que siempre han estado ahí, las que piensas que nunca te fallarán, aquéllas por las que has dado todo sin esperar recompensa; y esto es lo que más duele, el llegar al punto de darte cuenta de que “su nada” y “tu nada” no son la misma cosa. Porque para mí “nada” es nada, es decir, no equivale a discusión, enfrentamiento o indiferencia. Si yo te doy, lo que menos esperaré serán gritos, enfados y malas caras, en cualquier caso esperaré nada,” mi nada” químico, inmaterial, ése que se supone que no hay que esperar pero que de todas formas espero. Y confiando en “mi nada”, te dí todo sin suponer, te regalé mi compañía en soledad, te escuché aún cuando no hablabas, contemplé tu mirada, perseguí tus lágrimas para asegurarme de que se habían ido, y sobre todo te dí, te dí, te dí…Y sin embargo, aquí me encuentro habiendo recibido mucho más de lo que esperaba, sumida en un inmenso dolor, una tristeza sublime, puesto que no puede ser más perfecta ni más grande. Sola, sola y más sola. En un arduo momento, sin ilusiones, perdida, buscando los motivos, intentando encontrar las razones y con el alma rota. Siempre fuiste mi prioridad y siempre quise ayudarte, hacerte el camino más fácil, procuré tu sonrisa, tu descanso, tu evasión de los problemas, tu consuelo, aliviar tu dolor, intenté desconectar contigo de la cruda realidad…mas no sé si sirvió de algo, no advierto si alcancé alguno de mis propósitos…

Porque “tu nada” y “mi nada” no son la misma cosa. A partir de ahora cuando deba no esperar “nada”, lo esperaré todo, tanto lo bueno como lo malo, porque mi vida se ha basado en esperar, siempre ha sido así, por qué hacer caso a una simple frase: “dar sin esperar nada”. Esperaré gratitud y olvido, atención e ignorancia, ayuda y desamparo, cariño y rechazo, esperaré, esperaré, esperaré…porque “tu nada” y “mi nada” no son la misma cosa.

¿DÓNDE DUERMEN LAS MUSAS?

¿Dónde duermen las musas? Cuestión complicada de responder para algunos, sencilla para otros muchos, pero inútil o bien absurda para cierto sector. Personalmente no puedo adscribirme a ninguno de estos grupos pues no pienso que sea complicada la respuesta sino que, sería mejor decir que necesita tiempo encontrarla; tampoco me arriesgaría a afirmar que fuera una labor sencilla debido a que todo aquello que necesite tiempo no es tarea fácil en el mundo atropellado en que vivimos; y finalmente, mucho menos puedo pertenecer a un conjunto cuya opinión vaya unida a los vocablos “inútil” o “absurdo” refiriéndose a las musas o a todo aquello que las rodee. Las musas son el alma del universo, las que nos guían, inspiran y realizan la mayor parte del trabajo de los artistas por lo que nunca apoyaría dichos calificativos.

Ahora bien, aclarada mi postura acerca de la cuestión debo hacer varias puntualizaciones. ¿Dónde duermen las musas? Importante interrogación a la que me enfrento, pero tras mucho divagar y conversar con ellas, llegué a la extraordinaria conclusión de que las musas nunca duermen, tan sólo viven, existen y acompañan a todo aquel que sepa escucharlas e intente comprenderlas. Pero, si no duermen, ¿por qué los artistas sufren su ausencia en ciertas etapas? La respuesta sería que el ausente sería el artista, es él el culpable de que la relación no sea tan fluida o directa, bien porque su mente ande ocupada en otros menesteres terrenales, bien porque su cuerpo necesite un descanso. Mas las musas continúan ahí, en su lugar de siempre.

Estas maravillosas inspiradoras de arte, de vida y de emociones no sólo se encuentran en el mundo del arte, sino en todos los aspectos del universo, del cosmos, aunque sí es cierto que en dicho ámbito son capaces de alcanzar su punto álgido, es en el arte dónde llegan a lo sublime a través de las manos de los artistas que convierten las ideas en hechos, en sensaciones gracias a las cuales el espectador de su obra consigue el nexo de unión con estas divinidades. Llegados a este punto es importante aclarar que las musas acompañan tanto al artista (emisor) como al espectador (receptor), siendo esta actividad similar al proceso de la comunicación, y convirtiéndose así la obra de arte en el “mensaje” sin olvidar que las musas corresponderían en este símil más bien al concepto de “código” que al de “referente” puesto que artista y espectador deben conocer los signos y reglas que descodifiquen el mensaje aunque, en algunos casos sean las propias musas el elemento al que se refiere dicho artista.

Las musas han acompañado al hombre desde el principio de los tiempos, hecho que nos permite seguir afirmando que nunca duermen, siempre han estado ahí. Podemos constatarlo al deleitarnos observando las genuinas representaciones rupestres que nos trasladan a rituales mágicos, en el arte antiguo de grandes civilizaciones como la egipcia que con figuras hieráticas nos muestran escenas llenas de movimiento, o en obras como las de los grandes genios del Renacimiento. Siempre han estado ahí.

No obstante, en el mundo contemporáneo es el espectador quién no encuentra el mensaje de las musas. Parece que todo esta creado, y que las novedades que se presentan son ilegibles para el que observa ¿quién es el que falla?, ¿el artista que por algún motivo no es capaz de transmitir el mensaje de sus musas, o bien el receptor es el culpable al no prestar la atención necesaria? o más importante aún ¿acaso el espectador carece de formación y educación en el gusto?

Siento un dolor indescriptible cuando algún espectador emite críticas negativas hacia una obra contemporánea que no entiende, cuando sus palabras y actitudes ofenden a la creación de las musas del artista, de mis musas, de nuestras musas… Respecto a esta clase de ofensas advierto lo que alguna vez dijo un sabio: “la ignorancia es atrevida”, cita gracias a la cual lejos de verme ignorante, aprendí a preguntar antes de juzgar, el porqué, el cuándo y el cómo de toda obra, de la más sencilla a la más compleja, de la más tenebrosa a aquella que irradia luz, de la más urbana hasta la más academicista, sólo debemos conocer el “código” que nos permita descifrarlas. Dicho lo cual me permito volver a la comparación con el proceso comunicativo, si escuchamos hablar en un idioma que desconocemos no entenderemos nada, pero esto no significa que quien está hablando lo haga mal o que nos esté tomando el pelo. Simplemente no estamos usando el mismo código.

A menudo escuchamos que los artistas de hoy no son tales, que pretenden engañarnos, que lo que nos muestran carece de valor artístico, que podría hacerlo cualquiera. Pues bien, difiero de esta opinión siempre y cuando conozcamos el “código”, así como la trayectoria y la intención del artista. Sin olvidar, obviamente, que los maestros del engaño y la burla, estafadores y embusteros, acechan inevitablemente.

AMAPOLAS




Y ahí estaban de nuevo, tan delicadas pero tan intensas como siempre, brotando súbitamente entre las espigas doradas y verdes, haciendo sus reverencias al compás del viento, saludándome al paso, algunas tímidas y otras desafiando al tiempo. Con su renacer tras el invierno, en una tarde de abril me han trasladado a otra época, a un período no muy lejano o quizás sí…de repente me he encontrado en aquellos paseos vespertinos cogida fuerte a su mano, despidiendo al sol aunque sin prisa, con el sonido del viento como banda sonora y una voz en off . Su voz. Sus palabras, su risa, sus consejos, su saber, sus historias… Me pregunto cómo una simple flor es capaz de hacerme sentir tanto, tanto, tanto…GRACIAS AMAPOLAS, vuestra presencia cada año renovada me hará volver a aquellos días, a ese tiempo feliz, a esa parte importante de mi vida, a su esencia… sencillo, tranquilo y valiente hasta el último momento.